domingo, 8 de febrero de 2009

¿CAUSAS DE LA ANGUSTIA?

Cuando el ser humano está desorientado, no tiene claro por qué vive o sufre, no tiene metas definidas ni encuentra sentido a su vida y sufre sin saber por qué.

En este estado, lo atacan fácilmente miedos irracionales y toda su energía vital, su fuerza interna profunda, que en sí es positiva y buena porque viene de Dios, se diluye y se diversifica y la persona no puede gobernar su propio ser.

Si una persona es incapaz de dominarse, su cuerpo es invadido por energía negativa, descontrolada y desequilibrada que ataca sus órganos vitales y los destruye. Sus fuerzas internas descontroladas se convierten en negativas y pueden aniquilarlo poco a poco. Sobrevienen, entonces, reacciones somáticas que se manifiestan en problemas cardíacos, estomacales, intestinales, nerviosos, y otros.

Cuando la persona no tiene razones profundas por qué vivir ni causas por qué sufrir, y se encuentra alejado de Dios, su capacidad de resistir se limita muchísimo más, puede quebrarse fácilmente y de allí viene la angustia.

La angustia proviene, pues, de una rebeldía interna. Esa es la razón por la que las personas se enferman tanto; padecen mucho más de lo que tendrían que padecer físicamente y ciertamente se desgastan por el mal uso de la energía positiva interna que Dios les ha dado.

La angustia no es la única causa de enfermedades, porque el mundo del ser humano es sumamente misterioso y la medicina misma no es capaz de descubrir todos los orígenes de las enfermedades. Pero ciertamente se puede decir que el ser humano se desgasta y enferma porque no utiliza bien su energía o sencillamente no la usa.

Todo lo positivo y bueno que tiene el ser humano, que es creación de Dios, puede destruir su mente y su cuerpo si no se controla. Nadie puede ser dueño de sí mismo si no se conoce profundamente ni sabe para qué está en este mundo. Como respuesta interna a esta situación de estar alienado y dormido, aparece una angustia vital y existencial, una sacudida profunda del alma, del ser interior, que desequilibra la mente y el cuerpo del ser humano.

Esa fuerza interna, que no ha sido bien encauzada ni gobernada, sale anárquicamente de mil maneras, como un caballo desbocado que golpea el cuerpo y el alma del ser humano, destruyéndolo física y emocionalmente. La persona se empieza a alterar y angustiar, y no logra entender qué es lo que le está pasando. Lo que sucede es que su energía vital está padeciendo anarquía profunda.

La capacidad de sufrimiento del ser humano tiene como fundamento el poder creador de Dios, quien nos hizo a Su imagen y semejanza. Si la persona cuenta con el auxilio y el poder de Dios, y se apoya en la fuerza divina que proviene del Señor, su capacidad de trabajo y de sufrimiento es, en verdad, casi ilimitada y su reacción ante las circunstancias adversas de la vida es mucho más positiva.

Hendel pasó 24 días encerrado, casi sin comer ni dormir, inspirado, apasionado, creando el Aleluya, que es una obra inmortal y maravillosa, que se ha cantado y ejecutado en todas partes del mundo. Este músico por vocación estaba impactado, motivado, entusiasmado y convencido que esta obra era grande y valía la pena. Muchos artistas de esa época morían de hambre, pero se puede decir que sus obras eran su razón por qué vivir y por qué morir y quedaron como herencia valiosísima que hoy día se venden por muchos miles de dólares.

Cuando el ser humano trabaja de esta manera, no sufre de angustia, taquicardia o dolores de cabeza, cuello, nuca o estómago. Su energía esta bien encauzada, todo su cuerpo funciona bien y está en armonía.

La angustia aparece cuando no existe una razón profunda por la que usted deba vivir o morir. Significa que usted no está convencido y enamorado de lo que está haciendo.

La angustia es, en parte, como un fenómeno mental y físico de desorientación y alarma que nos anuncia que las cosas no andan bien.

También es un signo de vagancia de nuestra sociedad de opulencia, donde todo es fácil, todo está programado, establecido y asegurado y no hay que sacrificarse demasiado.

Las personas son poco creativas y actúan como robots, subsistiendo pero nunca rindiendo al máximo. Se convencen que no nacieron para sufrir sino para vegetar y vivir tranquilos, sin dificultades, o sea como un adorno.

En estas circunstancias, siempre encontrarán una manera de estar toda la vida simplemente descansando. La angustia es consecuencia clara de no descubrir por qué razón está usted vivo en este mundo.

Es como un vacío existencial en el que la persona se encuentra desorientada y no ha descubierto aún el papel que ha venido a desempeñar en esta vida.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Definitivamente, somos seres que ignoramos nuestras capacidades para vivir como Dios quiere, somos espiritus teniendo una experiencia humana y al llegar a este mundo;nos olvidamos de lo que realmente somos y las maravillas que podemos hacer con los demás y con nosostros mismos...El dolor no existe y las enfermedades sólo son consecuencia de nuestro afán terrenal y sin justa causa por que como llegamos nos vamos.